Por Albert Simó – director@viptoday.es

    La imparable demanda de productos y servicios de lujo en los países de la antigua órbita soviética parece no tener freno. Como una auténtica marabunta, millones de sus ciudadanos se mueven por el viejo continente ‘arrasando’ en las tiendas más exclusivas, a menudo ante la mirada perpleja de la población local europea, una nada menospreciable parte de la cual cruelmente hostigada por la crisis económica. En este contexto, la posibilidad de practicar ‘shopping’ de lujo –un tradicional y goloso argumento de atracción turística para ciudades como París, Londres Milán o Barcelona-, está dejando de ser patrimonio exclusivo de estas urbes con solera, lo que representa un claro fenómeno de atomización de la oferta en compras de alto standing hacia otros territorios como por ejemplo los Emiratos Árabes y también los países del Cáucaso. Un ejemplo paradigmático de esta tendencia se desarrolla en el floreciente Azerbayán y, concretamente, en su capital, la moderna Baku.

    Impulsada por la industria petrolífera, la economía de Azerbayán es una de las más potentes de la región. El alto poder adquisitivo de sus ciudadanos no ha pasado desapercibido para las principales firmas de lujo internacional –como Valentino, Burberry o Jimmy Choo entre otras-, muchas de las cuales están representadas en ‘Port Baku’, un nuevo y elegante centro comercial de lujo inaugurado recientemente en la capital del país. Este emporio de las compras de gama alta es uno de los más grandes de la región del Cáucaso.

    La empresa que ha desarrollado este modernísimo ‘Mall’ –que se incluye en un proyecto que también incorpora una área residencial de alto standing-, prevé que no únicamente sea una referencia del lujo a nivel nacional, sino también internacional, atrayendo compradores del sur de Rusia, Irán o Georgia. En cualquier caso, no hay duda de que el prestigio de las marcas de las principales ciudades europeas en cuanto a compras de lujo se refiere es aún lo suficientemente potente para atraer turistas de lujo procedentes de los países del Este de Europa y el Cáucaso pero no pueden obviar esta tendencia a la atomización y deben trabajar para desarrollar valores añadidos suficientemente potentes y, lo más importante, adaptados a la mentalidad de este ‘nuevo’ viajero de gama alta, a menudo anclado en la superficialidad y la ostentación, conceptos muy alejados de la filosofía europea del lujo.